No eres la primera ni serás la última,
y sobreviviré a no tenerte.
No serás más que una nueva herida,
una de tantas.
El dolor se torna llevadero
cuando en la consecución del sufrimiento
uno se acostumbra a él.
Ya no espero la felicidad,
Ya no espero la felicidad,
ni tan siquiera la deseo;
no se hizo para mí.
A veces la veo como una pasajera errante
que acrecienta mi angustia cuando, tras paladearla,
se aleja con burlona apatía.
Y tras recaer en uno de estos encuentro,
sólo me consuela saber
que la desesperación apenas dura un instante.
Texto: Ángel Vela (palabras)
Ilustración: José Manuel Nogales
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